


Y quizá
Todo esto nunca sucedió.
¿Quizá
no me levanté nunca al alba
para trabajar el huerto
con la frente cubierta de sudor?
¿Quizá nunca, en los agobiadores
días de cosecha,
en lo alto de una carreta
colmada de espigas,
prorrumpí en cantos?
Quizá,
nunca me purifiqué
en las azules aguas calmas
de mi Kineret… ¡Oh, mi Kineret!
¿fuiste realidad o acaso te soñé?
No te he cantado, tierra mía,
ni he glorificado tu nombre
con historias de heroísmo
de un sinnúmero de batallas;
solo un árbol plantaron mis manos
en las riberas de un Jordán silencioso,
solo un sendero pisaron mis pies
a través de los campos.
Por cierto, madre tierra,
es muy pobre, lo sé,
la ofrenda de tu hija,
muy pobre;
solo un clamor de alegría
cuando trae su luz la mañana,
solo un llanto a escondidas
por tu pobreza.