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Análisis de la obra

   La obra de Rajel es la expresión y el reflejo de su propia vida. Ella llevó a la práctica sus ideales sionistas socialistas, hizo aliá para ser una jalutzá (pionera) en Eretz Israel, trabajar la tierra, construirla y a la vez transformarse en el “nuevo hebreo” - pero también debió a- bandonarlos a raíz de la enfermedad que contrajo siendo aún muy joven. Recordemos que la poetisa enfermó de tuberculosis durante su estadía en Francia en tiempos de la Primera Guerra Mundial.

 

   En las dos poesías que aquí presentamos Rajel manifiesta su amor a la tierra y su entrega total a ella. Ambas están escritas en primera persona.

 

   En “A mi tierra” (1926), la autora comienza enumerando aquello que no hizo por su tierra: No te he cantado tierra mía / ni he glorificado tu nombre / con historias de heroísmo / de un sinnúmero de batallas. A continuación, menciona “lo poco” que sí logró hacer: sólo un árbol plantaron mis manos / en las riberas de un Jordán silencioso / sólo un sendero pisaron mis pies / a través de los campos. Esta estrofa podría ser entendida como una expresión de disculpas ante “su tierra” por no haber hecho lo suficiente, a causa de su enfermedad.

 

   En la segunda estrofa, Rajel presenta una imagen metafórica de su relación con su tierra, en la que ella es la hija y Eretz Israel, su ma- dre. Se refiere a sus acciones como a un regalo muy pobre que le obsequia a su madre tierra, una ofrenda que, por un lado le brinda felicidad – por la realización de su sueño sionista - y, por el otro, la llena de tristeza – acaso por tener la certeza de que su enfermedad le impide concretar lo que aún no ha realizado. La escritura del po- ema en tiempo pasado refuerza esta idea: no hay presente, pues sus condiciones de salud le imposibilitan trabajar la tierra o realizar otras tareas físicas de “construcción de la patria” y, por la misma razón, tampoco hay futuro…

 

   “Y quizá…” (1927) fue escrito durante los años que transcurrió en el solitario cuarto de Tel Aviv, tras haber tenido que abandonar el ki-butz, a causa de su enfermedad. En este poema la autora expresa el dolor que le produce vivir alejada de su querido Kineret. A pesar de continuar residiendo en Eretz Israel, Rajel añora aquel ideal de vida que quedó trunco y lejano, como un sueño: levantarse al alba para trabajar en el campo, viajar en una carreta a cosechar, enjugarse el sudor de la frente y sentir el esfuerzo personal en esa construcción colectiva. Podemos decir que el Kineret, el kibutz y la vida jalutziana constituían su verdadera patria.

 

Información de contexto

 

Shirei moledet, Canciones sobre la patria

   Los poemas que aquí leímos se enmarcan en lo que se denomina “Shirei moledet, Canciones sobre la patria”.

   Cuando escuchamos en Argentina las palabras “canciones patrias”, inmediatamente las asociamos con marchas militares, efemérides y actos escolares. El término hebreo shirei moledet refiere a canciones de amor a Eretz Israel, escritas por grandes poetas que aportaron a la construcción de una identidad nacional. Estos poemas expresaron no solamente el amor a Eretz Israel, sino también los valores de los jalutzim (pioneros) en los años en que se comenzó a construir la mediná: la importancia del trabajo agrícola, el destino compartido, el sacrificio y el esfuerzo, la entrega personal, el amor hacia el paisaje y hacia la patria.

   Estas obras surgieron principalmente en las primeras décadas del siglo XX y forman parte del acervo cultural del país.

@Rajel

“A mi tierra”

“Y quizá…”

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