

Análisis de la obra
En este relato el autor pone en escena la realidad de algunos nuevos inmigrantes, olim jadashim, de nuestros tiempos. Atrás quedaron las historias románticas de aquellos olim de principios del siglo XX que soñaban con trabajar la tierra y emigraron para concretar ese sueño. Esos pioneros llegaron a Eretz Israel embanderados tras los postulados del movimiento sionista socialista, fundaron kibutzim, asfaltaron caminos y empuñaron las armas para defenderse. Con el correr de las décadas, numerosas oleadas de inmigrantes provenientes de diferentes partes del mundo poblaron el país y cada una aportó sus peculiaridades, sus costumbres y su cultura. Su absorción significó uno de los desafíos más complejos que tuvo que enfrentar el Estado.
A partir del proceso que se inició en Europa con la caída del muro de Berlín y la posterior desintegración de la Unión Soviética, llegaron a Israel, desde principios de la década del noventa, alrededor de un millón de olim rusos. Algunos de ellos, impulsados por la difícil situación económica; otros, por el deseo de salir de la opresión que significó el régimen comunista en el que vivieron; otros, por los beneficios que otorga Medinat Israel a todo inmigrante amparado en la “Ley del retorno”.
La llegada de tal cantidad de olim a un país que en ese momento contaba con una población de 4.800.000 personas, tuvo un fuerte impacto en múltiples aspectos. En lo cultural, es notable la pluralidad de opciones que han surgido en Israel destinadas a la población ruso parlante, tales como canales de cable, periódicos y teatro en ruso, jardines de infantes y escuelas que acentúan aspectos buscados por los padres como la especialización en matemáticas y ciencias exactas, o en arte y danzas. En el aspecto económico, la mayoría de los inmigrantes rusos logró insertarse en el mercado laboral israelí. Se han establecido en distintos puntos del país y si bien actualmente muchos se desempeñan en el área de los servicios en puestos de mediana y baja jerarquía, ocupan posiciones en todos los sectores de la economía nacional. Es importante destacar que la mayoría de estos olim tenía título universitario. Una gran cantidad de científicos e ingenieros llegaron a Israel con esta aliá, motivo por el cual se crearon numerosos enclaves tecnológicos para generar puestos de trabajo. A su vez, un porcentaje elevado de los emprendimientos realizados en la rama de la construcción fueron desarrollados por ingenieros provenientes de la ex URSS. Su absorción no fue sencilla, debiendo adaptarse a un medio cultural y social muy diferente al de sus países de origen, mas en líneas generales la aliá ruso parlante es considerada una aliá exitosa en términos de integración a la sociedad. No obstante, es habitual que los inmigrantes tiendan a nuclearse entre sí por afinidad cultural e idiomática y por las vivencias y experiencias que tienen en común, al punto de formar “guetos” de exiliados que añoran su tierra natal.
Este cuento debe ser analizado considerando el conjunto de estas circunstancias. En este caso, un grupo de olim rusos salen juntos a pasar un sábado. Petrov, el protagonista, había sido taxista en Rusia y emigró a Israel siguiendo a su mujer. Su vida en su nuevo hogar es miserable: trabaja como albañil durante la semana, quedándose a dormir en la obra, y los fines de semana vuelve a la casilla que comparte con su esposa en el medio del desierto, cerca de Beer Sheva, en un sitio deprimente.
Pidiendo préstamos en el banco, Petrov logra comprar un auto, pero no le alcanza para asegurarlo. Es ese Fiat blanco que conducía aquel sábado cuando se accidenta. Tanto él como el resto de los pasajeros salen del auto habiendo sufrido, aparentemente, heridas leves. Pero entonces, Petrov reacciona de forma inusitada: comienza a correr y se pierde en el paisaje desértico.
Esta historia, que toma forma de relato policial, es narrada por quien podría ser un inspector de policía o un periodista. Este, dos meses después del incidente se acerca al lugar del hecho en busca de testigos para recabar información. Podemos decir que los testigos con los que se encuentra son una muestra del amplio abanico de la sociedad israelí: inmigrantes rusos amigos de Petrov, un kibutznik que acudió con la ambulancia el día del accidente, una pastora beduina que lo vio por última vez. Algunos de sus testimonios dan cuenta de las dificultades que enfrentaba Petrov en su proceso de absorción: “Acá no se sentía en casa”. “¿Será que el árido desierto le recordó la nieve tan familiar en Leningrado? ¿Tal vez reconoció algo y corrió tras él?”.
A medida que la historia avanza, crece la intriga acerca del destino de Petrov: ¿Se habrá suicidado? ¿Habrá sido asesinado? ¿Se habrá caído en un pozo? ¿Estará oculto entre los beduinos?
Recién un año más tarde, y de modo casual, se devela el misterio: Petrov fue hallado colgado de un árbol en una de las quebradas. Petrov decidió su muerte, tal como expresó uno de sus compañeros: “tenía ganas de ponerle fin a esa vida”.
@Igal Sarna
“Petrov corre al desierto”
