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Análisis de la obra

   La narradora es una niña lo suficientemente grande como para comprender la situación: por expreso pedido de su mamá, debe mentirle a su abuelo con respecto a las costumbres de su núcleo familiar en shabat. Se desprende del relato que el abuelo es shomer mitzvot (observante) y que los padres de la protagonista no lo son.

 

   Se observa una tensión entre la actitud de los padres (viajan a la playa en shabat, encienden fuego) y lo que le permiten hacer a la niña (le compran ropa para shabat, la dejan ir al beit hakneset). La pequeña navega entre la actitud ambivalente de los padres, las mentiras al abuelo y sus propios deseos contradictorios. Por un lado, siente curiosidad por la observancia (¿Qué se sentirá al respetar el shabat?) y el shabat que percibe a su alrededor la seduce (gracias a su vecina que respeta el shabat le compraron un vestido con volados y zapatos negros de charol); por el otro, disfruta de la playa y de la comida caliente que la madre prepara ese día.

 

   En medio de esta ambivalencia la niña busca transitar su propio camino, acaso con la intención de superar el malestar y la culpa que le provoca la mentira y la contradicción. Busca la compañía de su amiga Lea y va con ella al beit hakneset, se viste con ropa festiva en honor al shabat y aprende las tefilot.

 

   Al final del relato aparece la reflexión de esta niña convertida en adulta, acerca de las mentiras, la culpa, el dolor reprimido y la añoranza por el abuelo. “Ya no miento… Respeto el shabat…”, expresa la narradora. Del relato podemos inferir que la elección de respetar el shabat es la forma que encuentra de conectarse con su abuelo; no obstante, la frase final nos agrega información acerca de esta decisión: lo hace “no solamente por él…”.

 

   Cabe destacar que Avital Keshet, tal como se consigna en su biografía, en su vida personal atravesó un proceso de acercamiento a la ortodoxia – jazara bitshuvá- cuestión que de alguna manera estaría reflejando en este texto. Como contrapartida, y para ser justos con una realidad en la cual el movimiento de acercamiento y alejamiento a la observancia es un ida y vuelta, traemos en las actividades un poema de Yehuda Amijai. En el mismo, también ocurre que un niño le miente a un adulto, en este caso su padre, y también lo hace en relación con el shabat. Amijai, contrariamente a Keshet, creció en el seno de una familia observante y en su adolescencia abandonó la religión (o como se dice, hizo jazará bisheelá). La mentira de su poema, entonces, podría interpretarse como la actitud de rebeldía que Amijai, como tantos otros tuvieron hacia sus padres, o mejor dicho, hacia el legado de sus padres, cargado de un judaísmo galútico que pretendían dejar atrás.

@Avital Keshet

“Mentirle al abuelo en Shabat”

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