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Análisis de la obra

   El kótel tiene un poderoso valor simbólico para todos los judíos del mundo, independientemente de su pertenencia al espacio religioso o laico. Condensa la fe, la historia del pueblo –la milenaria y la reciente-, sus añoranzas y esperanzas. Despierta una profunda emoción y una conexión sentimental muy particular. Seguramente todo aquel que lo haya visitado se haya sumado a la tradición de escribir un papelito con un pedido a Adonai, y colocarlo entre sus grietas, como si ese fuese el despacho en el que Él atiende a sus fieles, como si allí uno estuviera más cerca de Él.

 

   En este cuento fantástico, el narrador visita el kótel en un horario extraño, a las tres de la madrugada, cuando todos duermen y el sitio está desierto. Es un gran contraste con la vida que tiene el kótel durante el día, cuando se cruzan los orantes, los turistas, los chicos que celebran su ceremonia de Bar mitzvá, etc. En ese momento de recogimiento, el narrador evoca la pintura que había en la pared de su casa en Marruecos, “que expresaba el sueño de mi padre, aparentemente imposible de concretar, de llegar algún día a Yerushalaim”.

  Pero el narrador no está solo; un policía lo intercepta y ambos entablan un diálogo desopilante, aunque totalmente verosímil: en un lenguaje llano y coloquial que denota la extracción social del policía, este le revela deseos de diversos individuos, deseos que “espió” en los papelitos apostados en el kótel. Los comenta y hasta adjetiva. Incluso invita al narrador a que lea más. El policía justifica su acto con total sentido común: “Observas los problemas del mundo y te reconfortas un poco”.

  El narrador se acerca al kótel y empieza a sucederle algo extraño: “Siempre era yo el que colocaba papelitos en el kótel, ahora los estaba recibiendo de él”. Descubre que todos los papelitos contenían el mismo mensaje: “¡Cuídenme!”, como si el kótel cobrara vida y pidiese ayuda, como si después de más de dos mil años de estar allí en pie, corriera peligro y necesitara nuestro auxilio…

   Hacia el final del cuento, el narrador formula varios interrogantes en torno al suceso misterioso, interrogantes que quedan abiertos. Asimismo, observamos que desde el título del cuento el autor imprime cierta intriga a la trama, ya que es  “alguien” indefinido quien pide “ayuda”… ¿Para qué? ¿Por qué? Tampoco se sabe.

Las respuestas quedan en manos del lector.

@Gabriel Bensimhon

“Alguien pide ayuda”

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