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Análisis de la obra

  La trama de este cuento transcurre en el marco de dos fechas de recordación importantísimas para la sociedad israelí, Iom Hashoá y Iom Hazikarón, el Día de recordación de los caídos en las guerras de Israel y las víctimas del terrorismo. Durante ambas conmemoraciones, en Israel suena una sirena que se escucha en todo el país y todos los ciudadanos se detienen, interrumpen sus actividades, bajan de sus autos o medios de transporte y se ponen de pie para rendir home-naje a las víctimas en un respetuoso silencio.

 

  En “Sirena”, Keret presenta un conflicto adolescente, pero lo hace con un enfoque que desacraliza estas fechas tan dolorosas. Sus prota- gonistas son jóvenes que cursan el último año de su educación secun-daria y están inmersos en los preparativos para enrolarse en el ejér- cito. El autor plantea dos posturas diferentes relacionadas con estas efemérides: la del narrador, Eli, sensible a lo relacionado con la Shoá, y la de Sharón, enfrascado en su brillante futuro como soldado.

  Eli es el único personaje sobre el que el lector conoce todo: qué piensa, qué siente, qué desea. Él se verá inmerso en un conflicto con sus compañeros, luego de delatarlos ante el director de la escuela por un incidente en el que la bicicleta de Scholem, el auxiliar, termi-nó rota. ¿Qué lo motiva a delatarlos? Por lado lado, se podría pensar que a Eli lo motorizan los celos que siente hacia Sharón, un “gana-dor”: es el novio de Siván, de quien Eli está enamorado; es un gran deportista y además acaba de ser aceptado en una unidad de elite del ejército a la que es sumamente difícil ingresar.

  Otra razón que explica la conducta de Eli es su genuina preocupa-ción por Scholem, un señor mayor que merece respeto por su pasado. En la escena previa, Scholem le comenta a Eli que estuvo en el son-derkommando, y el narrador se sorprende pues interpreta que se refiere a un comando de elite de Tzahal. Recordemos que el sonder-kommando fue una unidad de prisioneros obligados a realizar tareas especialmente desagradables en los campos de exterminio, como sacar los cuerpos de las cámaras de gas, y para los pocos sobrevi-vientes de esa unidad resultó vergonzoso confesar este oscuro pasa-do.

  Por otra parte, el autor incorpora en el relato a la Unidad de elite de la Marina (Shaietet), un comando especial de Tzahal que realiza acciones temerarias, tanto en el mar como en el continente. Ser a-ceptado en esta unidad, como es el caso de Sharón, significa un gran logro y un gran honor. Ambas unidades, sonderkommando y el Co-mando de la Marina, poseen una enorme carga simbólica; plantean la relación de oposición orgullo/vergüenza. La brecha entre la simi- litud semántica de los términos y la diferencia de su significado plan-tea la ironía que desencadena los hechos a continuación.

  Observemos que Sharón y su amigo Guilad representan al sabra or-gulloso, deportivo, con fuerza física, mientras que Eli se siente más débil que ellos (cuando se disponen a pegarle, dice: “Quería mover-me de allí, escapar, levantar los brazos para defender mi cara pero el miedo me paralizó”. Esta misma representación puede verse en el par Sonderkommando / Comando de la Marina: al primero pertene-cieron los judíos prisioneros, los que no tuvieron otra opción, los que no se resistieron; mientras que al segundo es un honor ser aceptado, es un orgullo ser parte de él para defender a Israel.

  En contraposición, Eli aparece con una fortaleza moral que Sharón y Guilad no manifiestan. Eli no presta atención en la ceremonia de Iom Hashoá ni respeta la costumbre (y la ley nacional) del minuto de silencio en Iom Hazikarón; sin embargo, es el único que repara en el llanto de Scholem y pide que se lo respete.

  Hacia el final del cuento, cuando Sharon y Guilad se disponen furio-sos a pegarle, los tres hablan de kavod, que significa honor y también respeto. Sharon y Guilad sostienen que no es honorable denunciar a los compañeros, mientras Eli habla de respeto hacia Scholem. En esa circunstancia suena la sirena de Iom Hazikaron, y Sharón y Guilad se paran firmes automáticamente, respetando el ritual, mientras Eli aprovecha la oportunidad para escapar.

  En la descripción cuasi burlona de los dos muchachos parados co-mo maniquíes (o como un perchero) se percibe una aguda crítica: así como el maniquí es un objeto para mostrar (ropa, accesorios, etc), ellos hacia el afuera “se muestran” respetuosos, pero hacia el aden-tro, que es lo realmente importante, han demostrado ser todo lo con-trario…

  Tanto la sirena como la ceremonia son rituales que representan so-lamente el aspecto externo de ambas fechas; el verdadero significa-do que cada uno le da a la memoria de las víctimas reside en los valores morales de cada ser humano y en la conducta que desplie-gue para con el prójimo.   

  El estilo de Etgar Keret y el lenguaje que utiliza en sus cuentos me-recen una referencia especial: Keret escribe en un registro coloquial, que incluye en el relato referencias auténticas relativas a la Shoá y a Tzahal[1], insultos, vocablos en inglés, slang y hasta deformaciones ver-bales, que le suman verosímil a lo que sucede en ellos y a lo que di-cen los personajes.

 

[1] Tzahal: Tzvá Haganá Le-Israel = Ejército de Defensa de Israel.

@Etgar Keret

“Sirena”

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